miércoles, 10 de diciembre de 2008

Tres en la barrera

En esta entrega escogimos los tres mejores estadios del mundo que han hecho historia en el fútbol.

Estadio Azteca

“…Cuando era niño, y conocí el estadio Azteca, me quedé duro, me aplastó ver al gigante, de grande me volvió a pasar lo mismo, pero ya estaba duro mucho antes…” Fragmento de la canción Estadio Azteca de Andrés Calamaro.

Conocido con el sobrenombre de El Coloso de Santa Úrsula, está ubicado en la Ciudad de México y pertenece a la principal empresa de medios en el país Azteca, Televisa. Su construcción se realizó en el año de 1962 con motivo de la novena edición de la Copa Mundial de Fútbol celebrada en 1970. Cuenta con 115.000 localidades, convirtiéndose en el tercer estadio más grande del mundo.

En la parte externa cuenta con una obra del escultor Alexander Calder llamada El Sol Rojo con motivo de los Juegos Olímpicos de 1968. Oficialmente es la casa del Club América de México, " Las Águilas". Además, ha sido el único estadio del mundo en albergar dos finales de la Copa Mundial de la FIFA: los campeonatos de México 70 y 86.

En la primera cita ecuménica se recuerda a Edson Arantes do Nascimiento ‘Pelé’. En la segunda recibió el partido de cuartos de final disputado entre las selecciones de Argentina e Inglaterra, recordado por el gol que marcó Diego Armando Maradona con la mano (La Mano de Dios) y el conocido ‘gol del siglo’. El Azteca también tiene el honor de haber sido sede del partido del siglo entre las selecciones de Italia y Alemania Federal, en el cual los italianos se impusieron 4 goles a 3.

Inolvidable historia del Maracaná

Sinónimo de hazaña, como quiera que allí se dio la derrota de Brasil en la final del Mundial de 1950 ante Uruguay. Más de 200 mil personas presenciaron aquel evento comunmente conocido como el Maracanazo, designado de tal manera debido al sobrenombre "Maracaná" que se le dio al estadio gracias a un pájaro que habitaba la zona y a la denominación del barrio en el que fue construido. Su nombre original fue "Estadio Municipal" pero más tarde pasó a ser Mário Filho en honor al periodista fundador del "Journal dos Sports".

Mantiene su importancia por ser el quinto estadio más grande del mundo, detrás del Nacional Bukit Jalil, de Malasia; del Azteca, del Saltlake Stadium, de Calcuta, y del Pyongyang de Corea del Norte. Su capacidad es de 103.000 espectadores (77.700 sentados).

Dentro de sus epopeyas se encuentra aquella de 1963, en la que produjo el récord de asistencia para un compromiso entre clubes: el famoso encuentro entre Flamengo y Fluminense que albergó 194.603 espectadores. También es recordado porque su césped fue testigo de uno de los hechos más vergonzosos en la historia del deporte: en 1989 el portero chileno Roberto Rojas se cortó la ceja izquierda con un bisturí escondido en su guante, intentando advertir al árbitro del encuentro de una supuesta agresión del público. Por el hecho el guardameta fue suspendido de por vida y su equipo, excluido de las eliminatorias para los Mundiales del 90 y 94.

En el último tiempo ha sido sede del Primer Mundial de Clubes y sufrió varias reformas obligadas por las recientes normas de la FIFA, puesto que en 2014 nuevamente recibirá al torneo de Selecciones más importante, cuando su país organizará la Copa del Mundo por segunda vez en su historia. Lo que no cambiará tampoco para ese entonces será el color celeste de sus paredes, el cual se mantiene desde 1950 en "honor" al seleccionado uruguayo campeón mundial en ese año.

Wembley: casa y catedral del fútbol

Debido a los orígenes geográficos del juego Wembley es conocido como ‘La casa del fútbol’ aunque Pelé diría que es su catedral. Mítico. Recibió la final de la Champions League (antes Copa de Europa) 5 veces así como el último partido de la Copa del Mundo de 1966, en la que con el polémico gol de Geoff Hurst Inglaterra se coronó campeón.

Su inauguración data del 28 de abril de 1923 bajo el nombre de Estadio Imperial, en 2003 la estructura original fue demolida y comenzó la construcción del nuevo estadio. Volvió a abrir sus puertas el 9 de marzo de 2007, día en que le fueron entregadas las llaves a la Federación de Fútbol. Hoy en día es el segundo estadio más grande de Europa, con 90.000 localidades, todas bajo techo.

Sello colombiano

Wembley es el estadio de la selección de Inglaterra. Fue precisamente allí, en un amistoso frente al equipo nacional colombiano (7 de septiembre de 1995), donde René Higuita hizo de las suyas, atajando un remate al arco de Jamie Redknapp con ‘El Escorpión’, jugada que se ganó un lugar fundamental en la historia del fútbol mundial y, por supuesto, del estadio londinense.

Si Higuita ganó fama con una atajada, Andrés Escobar hizo lo propio con un gol. Siete años atrás, frente al mismo rival, el defensor respondía a la convocatoria a la Selección con el tanto del empate (1-1). Un cabezazo tras cobro de tiro de esquina de Alexis García que se convertiría en uno de esos momentos inolvidables del fútbol colombiano… algo así como nuestra versión de la magia que encierra Wembley.

Gol de Andrés Escobar




Son tres de los muchos estadios donde se han escrito gloriosas (y también dolorosas) historias del fútbol. ¿Consideras justa esta selección? ¿Faltó uno? ¿Cuál?

¿De qué quieres que escribamos en nuestro próximo Tres en la Barrera?

Recuerda que todas sus sugerencias las puedes enviar al correo contactenos@quetegustadelfutbol.com

Qué me gusta del fútbol


Me gustan los clásicos. Aquellos partidos que enfrentan a dos equipos naturalmente enemigos y que a lo largo de su vida exponen una gran rivalidad. Esos juegos en los que el orgullo, el ánimo de la semana y las famosas “picas pasajeras” importan más que los tres puntos en disputa.

Me gustan los clásicos porque son el espacio perfecto para desatar en un mismo escenario el amor y el odio por un color, así como para recordar en un grito la tradición familiar que muchas veces influyó en ambos.

Me gustan los clásicos porque son un campeonato aparte, tal como lo manifiestan una y otra vez aquellos que lo disputan y los hinchas que acompañan en masa a su divisa cada vez que al frente está su histórico rival.
Me gustan los clásicos, pues con ellos se extiende una pasión que no tendría sentido sin la existencia de un rival histórico. Si no hay un héroe, sería improductiva la presencia del villano.

Me gustan los clásicos porque nunca serán amistosos. En ninguno de ellos importará la posición en la que llegue alguno de los equipos. Siempre primarán el hambre de gloria y las ganas de dejar en crisis al rival, así sea por unos días.

Me gustan los clásicos porque sin importar que el tiempo pase, siempre que ambas escuadras salgan a la cancha para enfrentarse, su presencia allí significará exactamente lo mismo. La sensación que produce un enfrentamiento de este tipo es la misma que hace un tiempo vivieron los abuelos y que en unos años vivirán las nuevas generaciones.

Me gustan los clásicos y por eso agradezco que falte poco tiempo para que se juegue el Barcelona – Real Madrid: la mejor forma de despedir el año futbolero.